miércoles, 9 de noviembre de 2011

Rubalcaba explica mientras Rajoy divaga

Rubalcaba podría ser un buen presidente. Tiene ideas, sabe explicarlas y tiene ganas de hacer buena política. ¿Cuál es el inconveniente? El problema es que una crisis económica pesa demasiado. Las familias están pasando malos momentos en sus finanzas y es lógico que el partido que forma el Gobierno que ha tenido que lidiar con esta adversa situación esté demasiado dañado. 

Rajoy, quizás, no es la mejor opción. No lo fue años atrás como dejó claro la ciudadanía en las anteriores elecciones. Pero ahora es diferente. No es que haya mejorado su discurso o sus propuestas. No es que su rival sea alguien desconocido y carente de experiencia. La clave está en la falta de confianza que desprende el PSOE después de estas difíciles legislaturas en las que, por supuesto, se han hecho cosas muy buenas pero, también, como dijo Rubalcaba el lunes en el cara a cara, haciendo autocrítica, se han tomado decisiones poco acertadas o demasiado a destiempo.

El debate dejó aspectos claros sobre cada uno de los candidatos. Rubalcaba sabe lo que dice, lo tiene asimilado. Se cree lo que propone. Rajoy lee en todo momento sus ideas. No concreta propuestas. No tiene capacidad de réplica.

Cada uno siguió una estrategia muy diferente. Rajoy pretendía quedar bien, No meter la pata. Mantener esa ambigüedad al hablar de temas realmente importantes como suele hacer. Es decir, no levantar polémica. Sin embargo, Rubalcaba tenía mucho menos que perder. Apostó fuerte por hacer ver a los ciudadanos que el proyecto del PP no es concreto. No ofrece tantas ventajas. Hay lagunas que pueden no ser nada beneficiosas para los más desfavorecidos. Y ahí, el socialista sí que puso en algún que otro apuro a su contrincante. 

Desde luego, lo que está claro es que España parece que se vuelca con Rajoy. Será porque hay quienes piensan que tiene la "fórmula mágica" que sacará a España de la crisis o simplemente porque toca, porque el PSOE ha sufrido mucho desgaste y en este horrible bipartidismo es la opción que queda. 

Los partidos minoritarios debería aprovechar esta situación de mala política de los mayoritarios para ganar adeptos entre la gran cantidad de descontentos.
 
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