martes, 21 de noviembre de 2023

El lado bueno de la Historia

Jamás retroceder en derechos será estar en el lado bueno de la historia. Jamás odiar lo diferente será estar en el lado bueno de la historia. Renegar de la ciencia, de la educación, del conocimiento, del aprendizaje demuestra una falta tan inmensa de sabiduría, de inquietudes, de conciencia que aboca a los pueblos a terrenos ya explorados y sufridos.

Mujeres y hombres valientes a lo largo de la historia alzaron la voz para que la humanidad evolucionara. En nuestros días otras mujeres y otros hombres, también valientes, alzan sus voces a sabiendas de que sufrirán igual que quienes en el pasado también lo hicieron. El alivio como sociedad está en su existencia. En saber que hay quienes no se callarán, quienes educarán en valores, quienes educarán en ciencia. En definitiva, quienes querrán que la humanidad siga un camino diverso y repleto de conocimiento, de respeto, de palabras, de aprendizaje digno de aspirar a una sabiduría que inspire a generaciones venideras.

Políticamente vemos cómo en el presente se repiten patrones del pasado. Hay quienes nos quedamos perplejos ante tal involución. Quienes no entendemos cómo querer volver a no tener derechos, a no tener voz, a obedecer sin cuestionar a aquellos a los que les gusta mandar sin argumentar y oprimiendo se convierte en una opción de voto para parte de la sociedad.

Hay naciones que parece van a cometer un gran tropiezo pero de repente reaccionan. Algo así ocurrió en España. La remontada se logró, in extremis. La ola reaccionaria se logró frenar aunque no eliminar, siguen ahí, haciendo ruido, entorpeciendo la convivencia y ensuciando el diálogo. El recuento en aquel momento electoral fue angustioso, seguro que mucha gente escuchaba aquello con lágrimas, en ocasiones dispares seguro. Algunos derramaban esas lágrimas pensando que habían parado el horror, la represión que se avecinaba para quienes decidieran no callar. Y otros, quizás, las derramaban pensando que seguirían viviendo algo que para ellos era terrible, observar el imparable progreso, el feminismo, la libertad pero en mayúsculas, no la de tomar cañas, la libertad de poder hablar, votar o amar.

Sin embargo, hay otras naciones que tropiezan. Eso pasó en Argentina. Probablemente allí también se derraman lágrimas. Hoy en España vemos aquello como algo que pudo haber pasado aquí, y quizás deberíamos mirar atentos lo que ya se está decidiendo hacer. Aquí en España tenemos simpatizantes de aquello, quienes desde sus cargos dicen ver con buenos ojos ese modelo, ese nuevo rumbo. 

Los países, las naciones no pertenecen a aquellos que más gritan el nombre de su país, tampoco a quienes más ondean su bandera. Ni siquiera pertenece a quienes nacieron en él por el mero hecho de haberlo hecho. Las naciones son lugares enriquecedores abiertos a los ciudadanos de otros pueblos. Aquellos que quieren excluir jamás entenderán que la diversidad nos hace mejores. Y, sin embargo, esos reaccionarios son quienes llevan a sus naciones a la destrucción.
 
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