miércoles, 8 de abril de 2020

Más soluciones y menos ruido de fondo

Un país con una pandemia, la gente muere a causa de ese virus que ataca sin piedad. Los sanitarios al límite, la sanidad al límite, la política al límite, la ciudadanía al límite... No hablo de un país en concreto, así es como está medio planeta. España no es ni más ni menos, es uno más entre los afectados. Sus instituciones trabajan para salir de esta alerta sanitaria y sus ciudadanos también. 

Pero se escuchan voces que resuenan entre la normalidad, voces que gritan fuerte mensajes de odio, mensajes de enfrentamiento, mensajes que no curan ni tampoco solucionan. Esas voces crean un ambiente de polémica, dañino para cualquier sistema que se encuentre luchando contra un enemigo tan potente y tan impredecible como un virus del que apenas se sabe.

Hay mucho que dice querer a España. Sí, como si se tratara de un pariente de línea directa de consanguíneidad. Gente que habla de España como algo exclusivo, como si fuera caviar que han de degustar solo unos pocos. Pero, la realidad es que España no es eso, es un lugar donde conviven ideas, gente, culturas tan diversas que quizás es eso lo que le hace interesante.

Hablar de que el gobierno no hace bien su trabajo y que la gente fallece sin más es tremendamente cruel. Decir que nada se está gestionando bien es tremendamente injusto, fallos en momentos de crisis son inevitables. Pero fallos en todo los niveles, gobierno, comunidades y ayuntamientos. Las crisis son así. Hablar de que el gobierno de coalición está lleno de gente de ideas poco recomendables para llevar un país por extremas, de izquierdas, dicen de ellos que son comunistas, es quizás, hablar desde la ignorancia más profunda. La política es mucho más. Ya Adolfo Suárez en su momento hizo algo interesante. Pasó de formar parte del gobierno en la dictadura de derechas de Franco a ser el presidente de la democracia que se instauraba. Tuvo que hablar con franquistas, con comunistas y con todo aquel que en ese momento estaba escribiendo la historia de España y su paso de la dictadura a la democracia.

Es por eso que la política, la democracia, debería sancionar a aquellos que mienten, que lanzan odio y que infravaloran a según qué persona o ensalzan a según qué otra... Los valores son tan importantes en momentos de crisis que no deberíamos dejar que unos pocos logren que sus voces nocivas se escuchen más que las que de verdad construyen pueblos y democracias.




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