sábado, 27 de marzo de 2010

Un siglo de historia

Una de las calles más chulapas y cosmopolitas de Madrid está a punto de cumplir añitos. Se hace mayor poquito a poco y sigue observando atentamente todo lo que ocurre a través de ella. Algo que ha ido viendo sin poder opinar ha sido el afán de muchos por cambiar su nombre según la historia cambiaba y transformaba la vida en España. Se llamó, en sus comienzos, cuando se dividía en tres tramos: calle Eduardo Dato, avenida de Pi y Margall y calle del Conde de Peñalver. Posteriormente, en 1936 su nombré cambió a la avenida de Rusia, pero sin dejar que nadie se acostumbrara a ese nuevo nombre, en 1937 se denominaba a esta calle avenida de la Unión Soviética. Tras sucesivos nombres durante la Guerra Civil ya en el franquismo se decidió que se iba a llamar avenida de José Antonio. Finalmente, el que quizás ha sido el alcalde más querido por los madrileños, Enrique Tierno Galván, decidió que la calle tenía que denominarse como los ciudadanos la conocían y la llamaban entre ellos, es decir, Gran Vía.

La Gran Vía (imagen de elpais.com)

Esta calle cuya construcción dio muchos quebraderos de cabeza a las autoridades madrileñas comenzó a construirse el 4 de abril de 1910, cuando Alfonso XIII piqueta en mano se dispusó a derruir la primera piedra de uno de los edificios que había que demoler para poder crear esta gran arteria de comunicación para el Madrid de la época.

Por ella han pasado muchas personas, todas ellas diferentes, aportando historia a la mítica calle. La arquitectura también ha ido variando con el tiempo. Se le denominaba la Broadway madrileña por la cantidad de cines y teatros que alegraban la vida cultural de la villa. Ahora, sin embargo, los madrileños observan atónitos cómo la historia de Madrid poco a poco va siendo sepultada por los grandes comercios que compran emblemáticos edificios de la Gran Vía para instalar tiendas que van dejando a esta calle con una personalidad más difusa y menos chulapa.

Personajes muy relevantes de la historia mundial se han dejado deslumbrar por la Gran Vía. Los madrileños allí recibieron a los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins el 6 de octubre de 1969 tras su viaje a la Luna. En 1959 el gran Ché Guevara decidió adentrarse en esta popular calle y realizar unas compras en Galerías Preciados y desayunar en la cafetería California y Eisenhower, ese mismo año, fue recibido en Plaza de España tras recorrer en coche esa calle.

Madrid no es Nueva York en cuanto a edificios gigantescos, pero sí que en su momento hubo uno que causó sensación. Se trata del que fue el más alto de la ciudad con 90 metros. Es el actual edificio más alto de la Gran Vía, el denominado Edificio Telefónica.

Las luces de la Gran Vía también son un signo de identidad de la misma, y qué sería de esta céntrica zona madrileña sin, por ejemplo, el anuncio de Scheweppes del edificio Capitol. Además este anuncio está protegido por tratarse de un elemento que da forma a la iconografía madrileña.

La Gran Vía es un símbolo de Madrid como puede ser la 5ª avenida en New York. Ambas comparten que son parte muy importante para la vida de sus ciudadanos, por ambas han pasado miles de apasionantes historias y las dos cuentan con un gran reconocimiento a nivel mundial.





Este año los madrileños tienen que celebrar el cumpleaños de su querida Gran Vía. Además, se debe seguir trabajando en mantener la esencia de esta calle para así dejar que los aires castizos sigan embriagando a quienes acuden a la ciudad más chulapa del mundo.

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